domingo, 8 de enero de 2006

Sensaciones de Cine

Un programa con sala de verano como reclamo.
Película sin merecer recuerdo; el enclave se lo llevó todo.
Apenas treinta personas, mesas y barra para abastecerse.
Una pantalla frente a la fachada de una iglesia,dormida como la religión que (dice) promulga(r).
Cielo con color de mar amanecido.
Versión original y palabras extranjeras perfumando el aire.
Dos pares de manos acariciándose sin cesar desde créditos iniciales.
Mentes persiguiendo sensaciones de la compañia.
Ella a mi izquierda ó yo a su derecha.
Dos momentos destacables de "El Hombre del tren"pero ninguno vinculado a su historia.
Uno, consecuencia del otro: un estado de comodidad tan incomprensible...
...como maravilloso
y un deseo de prolongar ésto hasta el final
hasta hacerlo eterno
hasta hacerte eterna en mi mente...
...y fuera de ella.
Hasta que nos miremos con la seguridad de quien sabe que no habrá nadie más
que nos desvele de este sueño en luna creciente.