martes, 7 de abril de 2009

Redundancias de medianoche

Me he levantado tan temprano, que no recuerdo haber dormido. La mano derecha helada (¿ dónde habrá pasado la noche ?). La almohada sacudida en exceso y con la forma de mi cabeza ladeada. La garganta reseca (como siempre) a pesar de beber agua durante cada momento consciente de la noche. No sé si sigo medio afónico, porque no he encontrado aún nadie con quien hablar para comprobarlo. Un café más que no sé si contarlo como el último de ayer lunes o el primero del día de hoy. Desayunándome el album "O" de Damien Rice y eligiendo el anillo que me pondré de aquí a una hora. Un par de escalofríos por no haberme puesto ningún pantalón desde que me expulsó la cama con ayuda de mi tos. No sé si aguantaré hoy el día. Se me antoja demasiado largo desde hace ya un rato. Eso sí, siempre podré escribir, delante de un folio, una pantalla, un paseo. Saldré de casa hoy antes para ir paseando mientras amanece. Me estoy acostumbrando a hacer bocetos de textos mientras paseo. Cada cruce de miradas, un párrafo. Cada paso de cebra, un punto. Cada mujer, una entonación y cada paso, una palabra. Acabo de citarme con la calle. Hemos quedado para escribir y no quiero hacerla esperar.