martes, 21 de abril de 2009

Cambridge, Selfa y Su Olor. (Cap. I)

Estaba asociada a la aventura desde la adolescencia y en ese mes de abril decidió que sería su hermano pequeño quien le mostrara su próximo destino. Con sus tiernos cinco años, cerró los ojos sobre el globo terráqueo iluminado como una bombilla gigante multicolor y acercó su dedo índice lentamente para buscar azar. Parece ser que Cambridge les guiñó el ojo y fue donde su yema aterrizó. La muchacha ya tenía objetivo y su inglés podía permitírselo. Una ciudad universitaria por excelencia, situada a menos de cien kilómetros de Londres.

Su cautivador apellido era Selfa, un apellido con apuntes bíblicos, mitológicos y paradisíacos. Solía leer con frecuencia el periódico y entonces recordó una noticia relacionada con un acuerdo entre los gobiernos español y británico acerca de una posible opción laboral como enfermera en aquel país. Sin pausa alguna se levantó del sofá como un resorte en dirección al teléfono para comenzar a realizar llamadas e informarse. Era el año 2001 y una vez había comunicado con no menos de quince personas, consiguió formar parte de aquella iniciativa que tenía como punto de partida un vuelo casi inmediato. Sus ojos revivieron y Cambridge abrió los brazos.

...continuará..

martes, 7 de abril de 2009

Redundancias de medianoche

Me he levantado tan temprano, que no recuerdo haber dormido. La mano derecha helada (¿ dónde habrá pasado la noche ?). La almohada sacudida en exceso y con la forma de mi cabeza ladeada. La garganta reseca (como siempre) a pesar de beber agua durante cada momento consciente de la noche. No sé si sigo medio afónico, porque no he encontrado aún nadie con quien hablar para comprobarlo. Un café más que no sé si contarlo como el último de ayer lunes o el primero del día de hoy. Desayunándome el album "O" de Damien Rice y eligiendo el anillo que me pondré de aquí a una hora. Un par de escalofríos por no haberme puesto ningún pantalón desde que me expulsó la cama con ayuda de mi tos. No sé si aguantaré hoy el día. Se me antoja demasiado largo desde hace ya un rato. Eso sí, siempre podré escribir, delante de un folio, una pantalla, un paseo. Saldré de casa hoy antes para ir paseando mientras amanece. Me estoy acostumbrando a hacer bocetos de textos mientras paseo. Cada cruce de miradas, un párrafo. Cada paso de cebra, un punto. Cada mujer, una entonación y cada paso, una palabra. Acabo de citarme con la calle. Hemos quedado para escribir y no quiero hacerla esperar.

lunes, 6 de abril de 2009

Reflexiones Pedantes. Capítulo 1 - ¿ Sabemos Oler ?

Andando tres estaciones de metro por General Ricardos, me han entrado ganas de llevarme algo a la boca. Ahora, ya en casa, me doy cuenta que tengo más hambre de escribir que de comer, así que me saciaré por orden de prioridades.

Intento olfatear en general a diario sin éxito. Las vegetaciones se me habrán reproducido con total seguridad, el calor ha empezado a identificar a los alérgicos por la calle y mi congestión perpetua no deja de serlo hoy por ser primer lunes de abril.

Por todo esto, nunca podré ser enólogo, porque independientemente de que necesitaría educar mi olfato para aprender a identificar los matices de cada caldo, parto de una cavidad nasal que tiene más función decorativa que otra cosa en mi rostro.

Sin embargo, si creo tener otro olfato, el de las sensaciones, el del instinto que nos permite de forma irracional percibir informaciones positivas o negativas acerca de lugares, trabajos y sobre todo, personas. Aquel que nos ofrece conclusiones totalmente subjetivas y que normalmente el tiempo nos las confirma o desmiente. Se dice que hay personas con esa capacidad para descifrar las intenciones de quienes nos rodean. Mientras, otros individuos parecen lamentarse de forma continua sobre su "mala suerte" con quienes se encuentran a lo largo de su vida.

Me temo, que como en tantas otras cosas, hay parte de fortuna y parte de aprendizaje. Por mi experiencia hay algo en nuestras manos para averiguar quien es realmente cada persona. Y es una actividad que nos enseña constantemente sobre los demás. Nos da información sin límites y con el tiempo y su práctica nos permite desarrollarla día a día hasta llegar al punto de instruirnos incluso en qué detalles son los más esclarecedores. Se trata simplemente de observar.

Es necesario caer en la humildad, masticar nuestro orgullo y abandonar el vicio inevitable que casi todo humano tiene de hablar por encima de escuchar. Nos encanta que nos presten atención, incluso en el momento más trivial de nuestro día. Pero la realidad es que aprende más el que calla que el que habla. El que habla no puede aprender, solo se repite, sólo se recrea en sí mismo, en sus conocimientos, en sus reflexiones. El que calla tiene sus sentidos en el instante, en los demás y en lo demás. Aprende y aprehende porque escucha, porque observa las entonaciones, los gestos, las formas y el contenido de las palabras y los ruidos. Se trata de observar viendo, no mirando. Es muy probable que aquel que no hable sea quien más tiene que decir. El verdadero olfato no es lo que olemos, sino lo que intuímos. Por todo esto cuando mi olfato vuelve a fracasar, recuerdo mi otro olfato y sonrío.

sábado, 4 de abril de 2009

Hoy Mismo, 4.4.09

Debido a mi afonía hoy resulta más encendida mi energía a la hora de escribir. Se trata de compensar mi mutismo involuntario. Podría usar las mayúsculas, pero no quiero perder el tono reposado y reflexivo de mis palabras. La garganta que en una ocasión me obligó a estar más de un año tomando solo bebidas a temperatura ambiente aparece de vez en cuando para que no la olvide. Yo la prometo que es imposible, pero aún así se ratifica con sus apariciones. Estoy sudando porque parece que sigo perdiendo las últimas décimas de la semana. Desde que me levanté, un café muy amargo, un frenadol y una cucharada de miel se han ido deslizando por mi garganta para ver si colaboran contra el virus (exceptúo la mención del resto de drogas de receta médica). (Sólo hablaré de ellas cuando alguien quiera su adquisición a precio rebajado.)

Mientras desnudo el cuarto caramelo de la mañana, retomaré mi disco del Mes, "Tierra De Calma" de Miguel Poveda. Intento ganar tiempo a la mañana para intentar estudiar un ratito sobre la institución del "Defensor del pueblo". Otro escalofrío..mmmm, y no es por el temario, sino por este catalán de flamenco con rasgos de Rafa Nadal.

Toso...Toso...y vuelvo a toser. Dextrometorfano, vaya inutilidad, creo que toso más desde que lo consumo. ¿ La cerveza me recuperará ?. mmm, pero caliente..mmm, estoy delirando...mejor dejo de escribir. Me voy a la ducha, ahí seguiré escribiendo..sin papel.