viernes, 20 de agosto de 2010

Poesía Narrada Menuda: Capítulo I - El Primer Deseo

 En la primera mirada no existe contención alguna y cada pupila se inyecta del vicio más retorcido. El corazón aparece desorbitado en cada pecho mientras los pulgares vibran como el mejor de los contrabajos. Surgen los primeros latigazos conscientes de mi sexo, aún escondido y ceñido. Mi boca es un afluente de saliva ansiosa por esculpirte. Consigo aliviar mi mente mientras imagino tus esquinas. Idealizo tus gemidos mientras contraigo cada aliento. El deseo torna a necesidad, y la sola idea de tus porciones me impulsa latido a latido. Te huelo incluso antes de olerte por dentro. Tus gesticulaciones orquestan mi película mental en la que participamos con el contacto de músculos, sonidos y palabras. En el primer deseo, se navega con rumbo de incertidumbre, pero al igual que en los buenos viajes, el quizás nos basta como aliciente.